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La alimentación durante el embarazo

El buen estado nutricional inicial de la gestante es de suma importancia para un óptimo desarrollo del embarazo. Es muy importante conocer los cambios fisiológicos relacionados con el embarazo, para así poder adecuar la alimentación a la nueva situación, para que la dieta sea equilibrada y no se produzcan carencias ni excesos. No podemos dejarnos llevar por viejas creencias como “hay que comer por dos” y debemos tener precaución con determinados productos como el alcohol, tabaco, ayunos, etc., ya que puede ser perjudicial para el futuro de nuestro hijo. El alcohol y el tabaco están totalmente prohibidos. Se recomienda repartir la ingesta de alimentos en 6 tomas: desayuno, media mañana, almuerzo, merienda, cena y una última ingesta previa a ir a la cama que puede ser un vaso de leche y dos o tres galletas.

Es fundamental la ingesta de proteínas para el desarrollo del feto, la placenta, y por el aumento del volumen sanguíneo y crecimiento de estructuras como el útero. Este aporte se puede cubrir fácilmente con un ligero aumento de aproximadamente una ración más de carne o pescado.

Esenciales resultan también los aportes de vitaminas procedentes de frutas y verduras, y de algunos frutos secos. La más importante es el ácido fólico, que puede encontrarse en  verdura de hoja oscura y de tubérculo, cereales integrales y germinados, ostras, salmón, leche entera y dátiles. Actualmente para evitar ciertas carencias por aumento de las necesidades durante el embarazo, se suplementa la dieta con comprimidos que aportan basicamente ácido fólico, yodo y vitamina B-12. Es importante comenzar a tomar estos comprimidos desde tres meses antes de comenzar a buscar el embarazo, y mantenerlos al menos durante el primer trimestre de gestación. Su ingesta reduce el riesgo de enfermedades en el feto como espina bífida o hipotiroidismo.